Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/alicia/esquizaslaul.pdf
porque la del tercero, el uno, se mudó a casa de la hija y ahora vive lejos y está según dicen muy mal de las piernas de modo que es posible que, un día por otro y tan integrada como estaba, con su silla, en el descansillo, vaya posponiendo el volver y, la otra, la de al lado que enviudó, tan puerta con puerta que se podía haber hecho cargo sin grandes trasiegos de su Yumma y de todas sus cosas, quedó tan afectada, la pobre, tras la muerte del marido, que tiene la cabeza bastante perdida y don Arnaldo, tan meticuloso, prefirió no contar con ella por miedo de que se confundiera, de piso o en memoria (como lo adoraba y era tan despistado) y nos organizase, sin intención de armarla, tan buena que fue siempre, algún desaguisado que a ver cómo se enderezaba luego conservando la distribución de los espacios y los tiempos de forma que las piezas encajaran sin necesidad de variar demasiado las estaturas ni las edades y teniendo cuidado de conservar las voces porque Cándida, en cuanto una no le suena, sigue dormitando como si tal cosa, sin reaccionar ni importarle qué diga ni hacer preguntas de si es mejor la elección de tal palabra o de cual otra o cuál es la forma más acertada de distribuirlas dentro de la frase que les da cobijo, y dejándonos sumidos, en su somnolencia ella, a todos en un mar de dudas en el que manoteamos, desconcertados, ignorando si a la deriva o sin rumbo o si lo correcto estaría siendo decir “desorientados” porque, como muy bien decía la señorita Acracia, las palabras son muchas y bulliciosas y suelen pelearse unas con otras para ser ellas, cada una, la que acapare el significado de en qué quien las dice está pensando o qué quiere trasmitir a quienes lo escuchan, y terminan armando tanto ruido y un barullo tan grande que el presidente, desesperado, amenazó en la última sesión con que si tales hechos volvían a repetirse mandaría desalojar la sala.
Podrás imaginarte la conmoción que esto causó en todos los ánimos y de qué manera cundió la alarma que, sobresaltada no esperando una salida tan intempestiva, se disparó y causó muchos destrozos que en tanto no sean reparados hacen inviable el utilizar el recinto habitual; pero ya se han puesto manos a la obra Gervasio, el de la sastrería, y el nieto pequeño de doña Celedonia, tan habilidoso, de manera que es muy posible que todo esté arreglado para la junta siguiente y, por tanto, que es por lo que te digo que quizás y etc., retomemos el sistema habitual de que los exámenes sean orales ya que a las señoritas suelen gustarles más porque incluso las más torpes atrapan los errores sobre la marcha, al vuelo — que es normal, claro, porque sólo preguntan lo que ellas se saben — y se evitan el tener que andar corrigiendo las faltas de ortografía.
Espero no haber puesto muchas ni haber escrito nada que pueda molestarte.
Un abrazo y hasta la próxima avería.
Fin
De una de las tantísimas versiones que, al igual que este Apuleyo ―don, porque era clérigo (hermano, por cierto, de la querida del pescadero que tenía su puesto enfrente del de las Gongordiola) ― dieron, en su momento y en su día, otros tantos participantes en el juego de los motes como, por poner un par de ejemplos, Felipe Ledesma o Sergio Escalante; alumnos, ambos dos y un largo etcétera, de distintas señoritas ―entre las que podemos mencionar, Violeta, Berta, Marcela u Oriana― o de diferentes profesores como, por poner otro par de ejemplos, don Cliptemestro* o don Sisenio.
*En pie de página
Versaciones
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.