Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/S/sinamijuicioninguna.pdf
sin, a su juicio — dice —, ninguna necesidad habida cuenta de que el meollo de la cuestión que me llevó aquella tarde a aquella casa estaba a años luz de tener nada, absolutamente nada que ver con la mudez de ningún anciano venerable cuya única misión en mi mundo consistiera en enseñarme a hacer barcos, o aviones, o pajaritas de papel que, sí, no tiene inconveniente en admitir que me permitieron ― la grulla, sobre todo; y un sombrero samurái que nos dio bastante de qué hablar. Y un pingüino que tampoco se quedó a la zaga ― salir de más de un atasco pero, permíteme señalarlo también, dice, no de la manera brillante que tú hubieses debido fervientemente desear si no te hubieras tomado tan a la ligera, tan poco en serio, lo que, tal vez influenciado por tu madre (que por Lola no creo, tanto más proclive, pese a tener sus cosillas, ya lo sabemos, y ciertos pesares muy suyos y muy propios que todavía no sabes si algún día se animará a desvelar más allá de ciertas ambigüedades dejadas caer aquí o allá, a ser positiva), consideraste no sería jamás una profesión que te fuese a dar ni fama ni dinero.
‒ ¿Cómo pude estar tan ciego?
− Pues porque no te fijas — mi madre.
Y que objetivamente, y con sólo haber prestado un poquito de atención, me habría dado cuenta de que saltaba a la vista que me hubiese venido infinitamente mejor estar sordo.
− Pues ahí — dice mi amigo — lo tuviste a huevo para contestarle que cómo iba a saltarte nada si estabas ciego.
Pero a mí no se me ocurrió.
Y pensé rematar este folio con mi madre diciéndome porque estarías sordo, que te lo dije bien alto.
Y yo contestándole pues tú dijiste que me convenía.
Pero como Lola me dijo que quedaba más bonito sin el remate lo tache.
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.