Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/O/oleimportas.pdf
muy torticeramente interpretado por mi parte “bajo los efectos” ― minimizó, empero y quizás por suavizar ― “de la confusión de que eras presa” porque luego me sacó del error explicándome que, muy por el contrario, lo llenaba de alborozo y de unas jamás anteriormente sospechadas esperanzas porque, dijo, eso me podía estar abriendo de forma providencial una puerta para, al amparo de una prosa un tanto preciosista o hasta ― si me apetecía ― recargada o incluso barroca al estilo como si dijéramos dieciochesco francés, adentrarnos en un mundo de oscuros nubarrones cerniéndose sobre aguas embravecidas rompiendo contra abruptos acantilados de Bretaña o Normandía o, estirándonos un poco consultando un atlas o folletos de esos que dan en las agencias de viajes, de algún paraje solitario de las tierras altas de Escocia como deben de serlo, seguro, los alrededores de Inverness, o de Thurso o de Wick para, desde ahí, hacer una incursión en (resumiendo dijo) la novela negra.
– Pero es que yo ― le expuse ―, con el desasosiego que me traigo con el asunto del padre de Ramírez, no creo que pueda concentrarme en algo tan…
– ¡Olvídate del padre de Ramírez!
– No puedo.
– ¿No?
– No.
– Y ¿se puede saber, si es que me perdonas que sea tan indiscreto, qué tiene de especial el padre de Ramírez para que no puedas olvidarte de él?
– ¿No te he hablado, acaso o por ventura, de la papiroflexia?
– ¡Sí, sí; y del papel de envolver! Pero, eso…
– ¿Envolver?
– ¡Envolver, sí, diantre ― creo que se está impacientando ―; blanco y negro!
– ¿Bacalao?
– ¡No; de envolver! ― Y debe de ser que porque él mismo nota que se está enfadando trata de calmarse; y resopla, y se mete los dedos entre el pelo y dando, acto seguido, un palmetazo en la mesa, se arma de paciencia hasta los dientes y me dice ―: Mira, voy a explicártelo: papel para envolver para regalo que te regaló, muy gentilmente, una chica de la mesa de al lado.
– ¿A mí?
– En tus propias palabras.
– ¿Seguro?
– Exactas o… ― moderándose porque, me parece, se empieza a calmar ― muy aproximadamente; por lo menos.
Yo no me doy mucha cuenta de qué me está contando, pero aprovechando que se empieza a calmar aprovecho para eludir el escollo que tan cuesta arriba se me hace de las tierras altas y centrarme, que es lo que me preocupa, en el señor Ramírez padr…
versaciones
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.