Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/O/oropendolasdevert.pdf
Oropéndolas de vértices oblongos ensimismando inculpaciones articuladas de pretiles profundos de miradas virginales, inopinadas, reclinatorias perpetrando curvaturas de rígidos, coloreados de locura ornitorrincos azulados de cansinos correveidiles encabritados asteriscos incrustando, reverdeciendo en torbellinos que se bifurcan, o se escurren, o se encuentran en las libranzas, custodiando damiselas acorazadas de muselinas y ostras con sus perlas.
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Y en los intrépidos, acompasados tabernáculos de amorfas privaciones de escalpelos arrinconando en caústicas primicias de inteligentes anaranjados caramillos acicalando, aleteando innumerables móviles ocultos o esperanzados, indubitables asertos de areniscos trópicos trastabillando anónimos ribazos de colofón, destino atemperado de humanidad enorme y exculpada.
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O en armazón hirsuto de cornejas azucaradas de pálido estertor amplificado en mórbidas, melifluas calamidades que emponzoñan o contagian o apalancan en bandejas de musgo añil, clavado en la indolencia de días sin luz, hipando a la deriva dorada de inspiración dolosa de permisos, exangües, en su arcano estupor, de arrepentidas piltrafas de armonías.
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Para, al final, enarbolados de cariacontecida bisoñez morosa, trepidante de fatuidad incorregibles de inmolaciones en piras bautismales enrarecidas de humores indolentes acompasando bravuras, o desnudos encantos de descarnado encogimiento derretido, colonizar de anémicos platinos escapándose de la alta voz, clara pero hacendosa, de inhalación o hilaridad o recia sorna.
23 de diciembre de 2010
Silogismos
Prosa
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.