Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/alicia/apoyadoenel.pdf
no de la cocina, no de la cocina esta vez ni tampoco (tampoco esta vez) de la de mi despacho porque estoy literalmente —en Times New Román 14, que cualquiera puede comprobarlo si no me cree— harto de esas puertas; es más harto también de la del piso de los Ramírez y eso que esa, las cosas como son y a cada cual lo suyo con sus méritos y sus demérito, no me vino nada mal porque, sí, Sonia me la cerró en las narices, furiosa, que me acuerdo, y me llamó cantamañanas gilipollas del carajo, pero fue aquel un portazo que me abrió la puerta —por aquello tal vez del viejo dicho de que cuando una puerta se cierra siempre se abre otra, aunque, ahora que lo veo escrito, reconsidero que si en vez de escribir me abrió la puerta hubiese escrito me despejó el camino me habría, yo solo y sin ayuda de nadie, despejado el cami…
¡No! ¡Otra vez camino despejado, no!
Me hubiese dado de manos a boca —a ver esta qué tal—, de manos a boca con la… ¿oportunidad?, ¿posibilidad?, bueno, me da igual, con la oportunidad o posibilidad o lo que mejor pueda encajar según vallamos viendo el desarrollo de los acontecimientos, de desarrol…
¡Mierda! ¡Otra vez desarrollar, no!
− Pero, vamos a ver, tú —la voz de mi amigo, o de mi madre, porque no puede ser de ningún otro porque Sonia, y Lola, y toda la parentela de los Ramírez, y Manolita, y la camarera suplente, y Gutiérrez, todos, todos me tratan de usted y, por más que discurro, no se me viene a la cabeza nadie más con quien haya (desde que empecé esta andadura, por lo menos) entablado conversación alguna ni cruzado más allá de un pues lo de siempre con el vejete del descansillo que, cuando coincidimos en el ascensor yendo yo a comprar el pan o viniendo él de comprar el periódico, me dice qué hay, chaval, lo que me induce a pensar que, si mediasen más palabras, lo más lógico sería que me tutease porque, y creo que lo razono bien, a un chaval no se le suele llamar de usted—, ¿qué coño es lo que quieres?
Con lo que mi madre quedaría descartada porque, porque la conozco como si la hubiera parido, es, eso sí y otras cosas también pero no es el tema y de momento mejor saltárselo y dejarlo reposar, es muy educada y no se alargaría a algo más… ¿visceral?, ¿espontaneo?, bueno, tampoco importa mucho, ya se me ocurrirá, algo más contundente o rotundo que un insulso desabrido demonios, así que…
Que sólo me queda mi amigo, en conclusión; y de mi amigo, no sé por qué, no tengo yo como que muchas ganas hoy.
Total que, un optimista gilipollas que fui siempre, me decido por la barra de pan y a ver si hay suerte, con el vecino.
Pero no, ocho veces que salgo y tres barras de pan, y dos cervezas (por variar, a ver si así) y una Black & Decker que (a la desesperada, por que viera la suerte que pongo interés) me fui a comprar a El Corte Inglés, el vejete no compra hoy, por lo visto, ningún periódico.
No sé qué hacer
Continuaré
Versaciones
Selección el vejete del descansillo
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.