Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/alicia/diecisietemesesicat.pdf
que, dice mi madre porque cuando todo se le viene a uno abajo lo único a que puede recurrir, en lo único que puede refugiarse o encontrar apoyo es en la madre, debiera — tan bien traída la cosa y tan sin buscarla “que como caída del cielo” Manolita me lo ha puesto en bandeja — yo aprovechar para “darle un toque a ese amigo tuyo” y, añade, en tono despectivo, “el escritor” como si tuviera yo una legión de amigos y pudiera pensar que me está hablando del astronauta o el torero o el arqueólogo tan afamados, quizás, todos, pero amigos de otro más aventurero, más bohemio o esperanzado en un Dios proveerá que yo que, por no disgustarla, y a mi padre tampoco, no esperé a que proveyera tan centrada toda mi atención en aprenderme el temario de las oposiciones que, sí, las saqué, pero… ¿soy feliz?
No tengo tiempo de pararme a analizarlo porque mi madre sigue dando instrucciones de “en cuanto le veas, díselo hazme caso tal y como te lo estoy diciendo que tú no tienes nada que a quién habrás salido de mano izquierda”, como quien no quiere la cosa…
– Pero, don Sergio — Ramírez, pienso llevado de la costumbre; pero caigo en la cuenta de inmediato de que el que me llama así es Gutiérrez —, usted, dígase a sí mismo la verdad, que no va a enterarse nadie, ¿quiere la cosa o no la quiere?
Continuará
Versaciones
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.