Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/trans/Undestornillad.pdf
o cualquier otra cosa, en realidad, puesto que se está tratando nada más de poner un ejemplo — sin mayor utilidad que el significar por qué caminos tan insospechados a veces podemos ir a parar a lugares o a recuerdos a los que, caso de que fuera necesario llegar, habríamos llegado por cualquier otro camino aun sin querer y, caso de no ser del todo imprescindible o incluso deseable el no llegar, habría sido sencillísimo el no enfrentarse con, tan sólo, haber elegido una barra de carmín o un espejito; que es lo que por culpa de doña Carmela, tan reacia de toda la vida a las innovaciones, se acostumbraba asegurar que solía elegir siempre Mariló — de cuántos y hasta qué punto diversos pueden ser los objetos que a lo largo del tiempo se almacenan con no poco espíritu de provisionalidad cuando (prueba evidente de que no se los toma en serio ni se piensa que jamás se los vaya a querer buscar) se los amontona sin el menor orden y sin una pizca de concierto al lado de otros de su género, sí (“objetos”, a saber), pero no de su especie (“variedad”, a saber) habida cuenta de que junto a una cajita de pastillas Juanola, que a lo mejor y para colmo está vacía, aparecerá una bobina gris, una receta de bartolillos, o una entrada del cine Capitol, o del Avenida, de cuando fuimos a ver con nuestra amiga Isidora aquella película de Henry Fonda, tan angustiosa en la que la cajera del banco lo confunde con un criminal…
− Quiérese decir con ello que — levantando don Emeterio la vista del escrito y abandonando el tono, siempre un poco impostado, que adoptase en su papel de lector — son todos ellos cachivaches que sabemos de antemano que terminaremos olvidando, y que además no nos importa (ni el cúmulo de cachivaches ni olvidarlo) o de lo contrario los habríamos guardado a mejor recaudo y no en cualquiera de esas múltiples cajas que fueron de otras cosas y hay en todas las casas, así, sin prestar la menor atención a colocar letreritos identificativos.
Transgresiones
Selección don Emeterio
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.