Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/N/niafavor.pdf
Destrozadas por el uso o esculpidas contra el viento
se alejaban de nosotros con su paso sin quererlo
las penurias que brindaron, en copas, de cristal fino y gruesos tallos en dedos que se aferran sigilosos procurando no ser ellos
quienes en su tacto pálido sentenciaron no ser puestos
de mando ni de perfiles,
ni de carne ni de hueso,
a la salud mortecina de sumarios irredentos, reflejando, en sus espejos, caras ocultas de lunas en noches que, sin luceros,
lacerando el alabastro de labios que callan tercos,
se derrumban desmedradas sin pulcritud ni resuello bajo el clamor encendido de luminarias de alientos
exhalando,
entre porfías,
juramentos que ya nunca redoblarán a destiempo antes ni después ni contra, ni a favor, ni con despecho,
de qué fue aquello tan raro, tan oscuro y tan perverso que las dejo a la deriva a merced de un pensamiento
que no se supo de dónde,
ni de quién,
ni a qué pretexto,
obedeció por ventura, o por desidia o por eso que se llama y que no acude mas que cuando ya no es tiempo
ni de errar ni desdecirse ni de callar qué secreto.
24 de marzo de 2019
Exequias
Poesía
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.