Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/L/losquevinieron.pdf
Los que vinieron llevaron y otros que fueron trajeron cuentos chismes y noticias de historias que nunca fueron más que el eco de decires dichos sin pudor ni tiento por bocas que vomitaron por entre labios sedientos palabras que al deslizarse en los oídos de los necios volvieron negro lo blanco y envenenaron lo bueno.
Bueno que en tan mala parte tuvo su alguna de intento de hacer borrar de las mentes de quienes la conocieron la leyenda de unos cuantos que de entre todos salieron a los amenes de cómo, cuándo por qué y dónde, se guardaban los candores de algunos que otros discretos.
Discretos que jurarían jamás haber dado aliento a rumores que rondaran por plazas calles y cierto camino estrecho de cantos que habían rodado arrancando arrastrando en su descenso las pocas pobres raíces de los muchos malos frutos que tan buenas tierras dieron.
20 de diciembre de 2009
Etiqueta: Soliloquios
Categoría: Prosa
Registrado en Safe Creative
Código: | 1012288154435 |
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Fecha: | 28-dic-2010 20:50 UTC |
Autor: | Valentina Luján |
Licencia: | Todos los derechos reservados |
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.