Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/I/intentelo.pdf Colgué el teléfono con la sensación de que aquel hombre estaba equivocado bien de número o, casi mejor, de día de la semana cuando dijo que ya iba siendo hora de que me enterase de que tenía que ir pensando en devolverle a las estrellas todos los brillos que les había quitado con aquella manía que haber cuando joder la abandonaba de ― “¡que es que no puede ser, maldita sea!”, había gritado ― creerme, aunque poco a poco fue luego suavizándose, que “usted es la única en el mundo que… Pero que le esperase; un momento tan sólo, mientras resolvía no entendió qué problema que había venido, le dijo, a importunarlo trayéndole noticias de viejos desconocidos con que se cruzó en algún otro siglo. Sin apenas mirarse. ¿Qué le estaba diciendo? – Usted es la única en el mundo que… ¿Qué? – No sé. Usted lo dejó ahí. ¿Seguro? – Totalmente. Oyó luego, aunque bastante apagado, como llegando de algún cuarto contiguo con la puerta cerrada y cortinas color rosa, lo que le pareció el llanto de una anciana lamentando (entre ocasionales arrebatos de risa) no encontrar la salida del sol por ninguna parte. Pero no me preocupé; eso quiero que lo entienda bien y que pueda, llegado el caso, traducirlo a cualquiera de los idiomas que usted domine o… si tiene algún amigo (incluso aunque fuese tan sólo conocido en el supuesto de que en kwanyama no se manejase usted muy bien, podría servir) que no sea demasiado alto, o demasiado rubio, o aficionado no de forma obsesiva a elaborar compota de manzana, caminar en línea recta hasta la playa y, desde allí, intentar — con todas sus fuerzas, eso sí que se lo ruego muy encarecidamente por favor — no volver nunca más telefonearme a aquella misma hora. 29 de diciembre de 2010 Etiqueta: Entelequios Categoría: Prosa
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.