Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/U/usted.pdf Usted, amable internauta, ha acudido presuroso al reclamo de "Así nos encontrará" en la muy comprensible esperanza de...pues, eso: "encontrarnos" y ya está. Mas ante el hecho de que cabe preguntarse -o al menos a nosotros nos cabe - cuál pueda estar siendo el significado último y exacto que está usted dando a la palabra "encontrar" y no siéndonos posible, por dificultades de índole meramente técnica, solicitar de usted así sobre la marcha y sin más dilaciones la pertinente aclaración, vamos a tratar de dar satisfacción a sus expectativas considerando las dos primeras posibilidades que así al pronto se nos ocurren y que son, a saber: 1ª. Que lo que usted ande buscando sea conocer cómo llegar hasta nosotros. 2ª. Que lo que usted quiera sea hacerse una idea más o menos aproximada - o aunque nada más fuera "general" o "sucinta" - de qué aspecto ofreceremos o en qué andaremos ocupados cuando usted llegue. En el primer supuesto, y dado que vivimos en una gran ciudad y en un sitio, además, bastante céntrico y muy, pero que muy bien comunicado, sobran nuestras explicaciones porque usted mismo o misma, guiado o guiada ya por ese sexto sentido que tenemos todos o por ese otro, menos frecuente y que nada más adorna a algunos seres excepcionales, de la orientación, dará con nosotros con toda facilidad. En el supuesto número 2 la cosa se pone, y no se lo vamos a negar porque deploraríamos confundirlo o confundirla o engañarlo o engañarla, un poquito más complicada porque, la verdad: no tenemos ni la más remota de las nociones de con qué pinta nos pillará ni de qué estaremos haciendo en el momento en que nos encuentre. Eso sí: un café siempre se lo haremos y se lo serviremos, con mucho agrado, en el cuartito de estar que le mostramos en la foto de abajo. Claro que - ya le hemos dicho - éstas son nada más las dos primeras posibilidades que se nos han pasado por la cabeza; pero como puede haber muchas, muchísimas más y no queremos dejar ni de contemplarlas ni de brindarle la oportunidad de que usted mismo/a las observe, y no sólo que las observe como mero/a espectador/a sino que las viva, en propia carne mortal o por lo menos metafórica, pasamos con sumo gusto y sin la menor demora a invitarlo/a a meterse en nuestra piel alegórica para que siendo “nosotros” aunque sólo sea de manera simbólica se coloque en ese punto exacto, inexorable y único ― al que por otra parte, porque no nos queremos marcar ningún farol, lo/a terminará antes o después por conducir su propio destino ― que se conoce vulgarmente con el nombre de Coordenada ni polar ni cartesiana y que reza así: Al cerrar la puerta tuvo la sensación de echar de menos algo; insignificante, con toda seguridad, pero muy “de siempre”. Un objeto, tal vez, o quizás la distribución de los pliegues de la cortina o, que también cabía, una silla o un jarrón que no estaba en su lugar exacto y dejaba, en el aire, una sensación de vacío en el estómago aquí, en su sitio habitual aunque, así, con la poca luz que llegaba de la calle, sería aventurado precisar y, luego, en el pasillo, tropezó con lo que podría ser un zapato o un juguete porque en las casas donde hay niños pasa eso, que quedan tirados en los pasillos por las noches zapatos y juguetes que, bueno, mañana los recogeremos por algo tan elemental como que de día es tal vez todo muy diferente o menos contradictorio porque, saltaba a la vista, a cualquiera iba a extrañarle que el reparar en quién sabe qué minucia insignificante o leve alteración en lo cotidiano no chocase frontalmente con encajar sin reparos la presencia en mitad del pasillo de un juguete o un zapato. Pero también eso lo dejó para mañana y siguió caminando a la espera de tropezar, de un momento a otro, con un listón de la madera del suelo un poco alabeado y el tiempo se hizo largo; largo de tanto esperar en un pasillo tan corto aquel listón estúpido que hoy se le zafaba recordando, por entretener la espera, cómo una vez vio cómo un hombre vivió en una casa que no era la suya sin darse cuenta, con una familia y una esposa y unos hijos que tampoco se la dieron aunque sí eran quizás un poco más altos, o menos estudiosos, y la esposa no tan rubia como la recordaba pero las mujeres en ese tipo de cuestiones cambian tanto. Eso pasa y el pasillo se terminaría en cualquier momento sin el menor percance... Etiqueta: Coordenada Categoría: Telas
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.