Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/prosa/deformareit.pdf En el fragor de la quietud de forma reiterada y sin saber por qué siempre que creyéndose libre de cualquier clase de ataduras acudía a visitarnos y aceptaba el papel en apariencia inocuo de un alguien no atado a nada ni a nadie exhortaba ella —tan enérgica, a grandes voces que sobresaltaban a los que en horas tan calurosas de la tarde sesteaban y, especialmente en primavera, a los pajarillos en las copas, tan altas y tan finas, de los árboles y tallos tan largos y siempre en consonancia con el contenido que se les escanciara— a no doblegarse, aun esbelta en grado sumo y sorprendentemente ágil, ni renunciar a unos derechos que, adquiridos a un precio exorbitante que obligó incluso a romper los cerditos de los niños que prorrumpieron como en cascada y a su vez en profusión de abundantes y muy sonoros llantos, se tornarían, irreversiblemente y valiera lo que valiese la redundancia, en reveses que a ver cómo luego y encogidos —por causa de las lluvias previsibles de un invierno que amenazaba, de lejos, sí, pero ya llegaría con sus abundantes lluvias cuando de sobra es sabido que al secar todo encoge— podríamos encontrar un sastre que los devolviera a su ser sin que se notase que eran de la temporada pasada o de un hermano mayor que había dado el estirón de las anginas. 17 de junio de 2023 Etiqueta: Enteléquios Categoría: Prosa
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.