Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/m/miblusabeige.pdf Por qué; por qué, dime, lo tuviste que hacer. Por qué tuviste que, maldita sea Aquella mañana de otoño, tan lluviosa Quemar mi blusa beige. Las hojas de los plátanos, recuerda Alfombrando Las aceras desiertas, Y yo… ¡oh, mamá! Por qué tú Por qué a mí… Mi blusa beige. Tú lo sabías, sabías perfectamente, yo lo sé, Cuánto me gustaba a mí mi blusa beige. La había comprado un día por siete euros Y tenía un pequeño desgarrón en una sisa. Era una pobre blusa deslucida pero… ¡Oh Dios! Entiéndelo mamá, te ruego Cuánto me gustaba a mí mi blusa beige. Mi blusa beige, mamá; Mi blusa beige que tuviste que quemar Tú con tu plancha; dime, maldita sea, por qué. La había comprado un día de abril y era de seda; De seda y con jaretas, mamá, mi blusa beige. ¿Por qué tuviste que quemarla? No lo sé. Nunca sabré mamá, maldita sea, Por qué tuviste que, Porqué tuviste que aquella mañana De octubre, mamá, de hojas doradas De plátano alfombrando las aceras desiertas Quemar mi blusa beige. 10 de diciembre de 2009 Etiqueta: Country Categoría: Poemas
Registrado en Safe Creative
Código: | 2012186242707 |
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Fecha: | 18-dic-2020 13:35 UTC |
Autor: | Alicia Bermúdez Merino |
Licencia: | Todos los derechos reservados |
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.