Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/S/salmodias.pdf Salmodias susurrantes sobresaltan el silencio cansino de los atardeceres vespertinos de aquellos veranos teñidos de malvas, y de azules, y de añiles, sobresaliendo, apenas perceptibles, serenos y sutiles, pequeños retazos de añoranzas constreñidas en los interiores de círculos viciosos cerrándose tras abruptos sinsabores solapados a espaldas de remembranzas abrasadas al socaire sibilino de pesares imprecisos que, abruptos o lentísimos, se ensimisman sustentados de omisiones sabedoras, ellas sí, de soledades mentirosas compañeras, siempre, del hastío ponzoñoso que socaba las posibilidades siempre nuevas que, asomando sus naricillas tan graciosas al sesgo de resquicios o rendijas de puertas entreabiertas, insinúan estados y lugares y sentires siquiera, o con asombro, someramente pergeñados por quienes, pocos, sincronizan en sus mentes pensamientos y sueños que descartan, escépticos, por considerarlos absurdos, o imposibles, o pueriles. – ¡Lástima!, musité — confiesa. Y, a grandes carcajadas, se desborda. Soltando amarras que, sedientas de sanciones, enfurecidas se disuelven. 23 de abril de 2023 Etiqueta: Abecedario Categoría: Prosa
Registrado en Safe Creative
Código: | 2304234122407 |
---|---|
Fecha: | 23-abr-2023 14:01 UTC |
Autor: | Valentina Luján |
Licencia: | Todos los derechos reservados |
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.