Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/E/esverdad.pdf Apartando cortinas que tamizan nostalgias con hilachas de rayos desgajados de un tiempo en que se aovillan yertos los olvidos del pacto traicionado entre un antes y un después que se enfrentan a protestas de un día prometiendo que siempre tu amistad sería mía, te vigilo, mi amiga. Te vigilo, en mis sueños, cuando sé al despertarme que he soñado contigo; te vigilo en mis gestos cuando al mover mis manos reconozco en mis dedos cómo están coreando gestos de ti aprendidos; te vigilo en palabras que alguna vez has dicho y que a pesar del tiempo es tu voz la que escucho cuando yo las repito. Te vigilo velando por tus sueños perdidos sobre estratos de escuálidos cortejos de resquicios de excelencias doblando su cerviz dolorida vencida por el peso de necias contumacias que obnubilan tu vista. Te vigilo en tus sueños, cuando sueño contigo; y los miro ateridos, y se ocultan informes en un rincón perdido no lo bastante inhóspito ni lo nada querido por intentos de erráticos andares a derivas de evocaciones locas que a solas se musitan haber encomendado guardar a buen recaudo omisiones de tantos ayeres condenados al hedor penetrante de la tonta ignorancia que se engolfa en su furia de enconada estulticia. Te vigilo y te guardo, en mi memoria, amiga; y le sigo la pista en mis sueños amiga a los pasos que llevan más allá de la vida donde mueren errores y tendrá fin la rígida cerrazón que rechaza, con tu muda acogida, amistad que fue enseña de qué vale en la vida no negar qué fue cierto y no apenas un trato que se rompe y se olvida. 20 de octubre de 2010 Etiqueta: Admistiquios Categoría: Poemas
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Código: | 2304164065232 |
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Fecha: | 16-abr-2023 20:03 UTC |
Autor: | Alicia Bermúdez Merino |
Licencia: | Todos los derechos reservados |
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.