Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/D/dondeibas.pdf ¿Dónde ibas por la mañana cuando te vi tan temprano arreglada y tan bien puesta y cantando en voz muy baja una letrilla incompleta que decía de olores dulces y de blancas risas frescas? ¿Dónde ibas con tan buen porte tanto aplomo y tanto brío caminando a pasos cortos a lo largo del camino que lleva a ninguna parte de donde pueda decirse que el que fuera volvió un día? ¿Dónde ibas con tus tacones con tu bolso y tu vestido tus guantes y tu sombrero y tu perfume dejando un aroma de jazmines? ¿Dónde ibas de tan buena hora con tan mal día como hacía con aquel viento del norte sin medias y sin tu abrigo ni la bufanda de lana y sin miedo a pasar frío? Dónde ibas, dímelo, por quinta vez te lo pido a la sexta hora del día séptimo de una semana en que dieron mucho ruido ciertos ires y venires de rumores murmurando que ya no eras la que vieron los ojos de los nacidos cuando todavía era tiempo de imaginar que la vida era aquel lugar ingrato donde las madres temían engendrar a sus criaturas engendradoras de ira. Etiqueta: Admistiquios Categoría: Poesía
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Código: | 1101028184839 |
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Fecha: | 02-ene-2011 21:27 UTC |
Autor: | Bermeral |
Licencia: | Todos los derechos reservados |
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.