Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/S/sequitolag2.pdf por segunda vez y, ella, Susi, se colocó nuevamente las suyas con intención de anotarlo en la libretita de pastas rojas en la que siempre, entre dibujillos y palabras sueltas, había tenido la costumbre de garabatear ideas, frases, circunstancias de otros, desconocidos siempre, que pudieran servirle de punto de arranque para, si alguna vez se armaba de valor y se resolvía a estrenar la libretita nueva, la de verdad, la suya, utilizarlas, como recién pensadas, como recién paridas por su propia capacidad de dar a luz, traer a la vida… Si te me vas a poner cursi me voy. Sólo estaba pensando. No te enfades. Nada más estaba intentando… Pero no iba en serio. De verdad que no iba en serio. No iba en serio. No iba en serio ¿Para qué coño piensas cuando no va en serio? No sé. Un despiste. Pero nadie va a enterarse ¿Ves? Y me muestra, le muestro, las páginas en blanco que, nunca, dice, te decidirás a emborronar a la sombra de excusas pretenciosas y ah es que yo quiero escribir algo distinto… Distinto, ¿de qué? Excusas pretenciosas que dan sombra. Y, tú, nosotras, ahí debajo, tan fresquitas, como si estuviésemos en una merienda campestre, junto a un riachuelo de aguas cristalinas que murmuran… Aguas criticonas, deslenguadas… Oh. Sí. El agua tiene lengua. Jodida manía de tergiversar. Pero Susi no escribe, no anota, chupetea el extremo del bolígrafo con la vista fija en algún lugar, en algún objeto, en alguna emoción o sentimiento que, tal vez, resultase un buen recurso el describir porque, dime, se dice, cuántas páginas no han salvado detalles tan… Páginas y páginas a lo largo de la literatura detallando ojos, lugares, labios, estaturas… ¿Es lo que quieres para ti? Para ti ¡Si no fueras tan rígida! Si te dieras un poco más de libertad. De ligereza. Aligerar la carga. Sin manos. Sin frenos. A tumba abierta. No importa la caída. No importa qué ni adónde. Ni tampoco qué cuando si de arriba o de abajo. Ni de cierto o incierto. Ni de luz o tinieblas. Ni de soplo o espasmo. Si de dolor o gozo. Si de aquí si de ausencia. Si de silencio o cantos quebrados que rodando arriba a la ladera del costado del viento que ruge entre las venas bramando blanquecino, presuroso en su estima de qué rondará al alba de aberraciones broncas roncando a pierna suelta resacas de jolgorios, de disfrutar la vida, sin importar qué pase, qué llegue ni se extinga en la garganta abierta tragándose desnudos disparos de dirías cualquier palabra nueva portadora de andrajos desgajados de erráticas displicencias ceñudas que, contemplando herméticas transparencias reinando en… Se me acaba la cuerda ¿Qué quieres que te diga? Que no me digas nada. Que te calles y escribas qué bulle en el vacío, en el lleno entrelineas que al pensamiento esquiva. Al final lo rimaste. Que no es lo que quería. No sabes lo que quieres. Ni lo que sé lo quiero. Por hoy hemos cumplido. ¿Cierro? Cierra. Fin* *De las 3 páginas (numeradas y en blanco), 36 párrafos (contados y en blanco), 61 líneas (contadas y en blanco); que arrojan un total de 502 palabras contadas y en blanco que la señorita Susi no supo encontrar para escribir qué bulle en el vacío, en el lleno entrelineas que al pensamiento esquiva. Fin** ** del fin* Fin*** *** del fin** del fin*
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.