Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/Dbre10/por%20doquier%20y.pdf por doquier y razones tan sencillas como que ni era verano ni ella estaba (que supiera, al menos) menopáusica — era más puntual que el reloj del vestidor que…, ahí estaba, míralo, marcando en el momento preciso la hora previsible y exacta y no cualquier otra intempestiva e inexacta ya por olvidadiza o remolona ya por atropellada —, aunque ya se cercioraría el próximo día 29 (la señorita Susi se alegró de que aquel año fuese bisiesto, que así no se desorientaba) o, si es que se le pasaba, dentro de cuatro años como, total, el tiempo corre que se las pela o viérase, si no, el paso que llevaba dejando su huella en tantos rostros surcados de arrugas y en tantas cabezas encanecidas cuando, hacía cuatro días como quien dice, fueron tersos aquellos y peinaron estas sedosos cabellos rubios o castaños, lisos o ensortijados enmarcando, en sus diferentes colores o texturas y en cualesquiera de los casos, las facciones más o menos perfectas y mejor o peor dibujadas dependiendo de la mano y de la capacidad de observación (sin olvidar, claro está, las dotes artísticas del que manejaba el carboncillo o el pincel bajo la mirada crítica de don Eliseo ) de su correspondiente creador. Etiqueta: El despertador de la señorita Susi Categoría: Telas de araña
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.