Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/Dbre10/pero%20s%ED%20lo%20bastante%20buenas.pdf pero sí lo bastante buenas como para que no fuese una verdadera lástima el tener que ver — y se vería, a juzgar por el ritmo acompasado aunque demasiado rápido que iba tomando el paso de los acontecimientos — cómo por causa de una muy marcada tendencia (apenas incipiente, desde luego, por el momento al menos) a lo que prometía terminar convirtiéndose en lo que se debería de llamar llegado el caso y sin ambages sencillamente “obesidad” que amenazaba de manera taimada y en la sombra, el encanto voluptuoso de la juventud se arruinaba antes de tiempo en unas muchachitas tan encantadoras en las que, además, tanta ilusión depositaran sus progenitores. Y es que, se murmuraba, las buenas razones nunca deberían ser concebidas, ni engendradas, por un desafortunado encuentro entre la petulancia y el desconocimiento; pero quién podía poner puertas — aducían los bienintencionados en su deseo de disculpar el vergonzante desliz — a un campo tan extenso cual lo es el de las pasiones y, más, las bajitas, que se cuelan por cualquier resquicio tan menudas e inquietas que no hay forma de hacer carrera de ellas… Todo esto no era, sin embargo, más que palabrería de los que gustaban deleitarse construyendo metáforas los días de fiesta por la tarde en vez de, como hacían sus vecinos menos necios, embelesarse jugando al mus o mirando el futbol en el bar sin hacer absolutamente nada que pudiera servir para algo menos ni mucho peor que aquellas necias construcciones de las que se mofaban y, riéndose, preguntaban que dónde estaban los cimientos y las vigas; y que había que tener la cabeza sobre los hombros para comprender la inutilidad de entregarse a hazañas tan extravagantes y de tan escasa consistencia. Etiqueta: El despertador de la señorita Susi Categoría: Telas de araña
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.