Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/L/lasolquelunue.pdf que luego, cuando los hechos se manifestaran abiertamente irreversibles, investidos de todo el esplendor de su poderío, todo el mundo querría arrogarse el protagonismo de haber sabido intuir alegando, con desfachatez imperdonable, haber estado allí, en primera fila, siendo testigo de excepción de un suceso que no habría tenido por qué revestir la menor importancia ya que era, según todas las apariencias, de índole menor — aunque este particular hubo de quedar por lo pronto en suspenso ante las airadas protestas (que se admitieron, por cierto, contra todo pronostico y aunque fuera de concurso; y en el acta está consignado por si alguien tuviese la curiosidad de echarle una ojeada) de los que adujeron que no era a las apariencias a lo que estábamos juzgando — habida cuenta de que consistió en algo tan cotidiano como lo es (y quien no ha vivido la experiencia alguna vez) el que un despertador se niegue a cumplir su cometido. No según todas las apariencias, por tanto y por mayoría simple (aunque suficiente y por los pelos), sino según y tan solo unas apariencias que habrían de ser las que resultaran a criterio de cada cual más relevantes una vez que serenados los ánimos se mirase atrás y se pudiera recordar todo lo acontecido desprovisto de la carga emocional que sin duda supuso allí, en el espacio original en el que sucedió y bajo el influjo de unas circunstancias muy concretas que nunca más volverían a producirse ni en presencia, por añadidura y bajo cuerda o sobre los picos de las más altas montañas que pudieran divisarse con prismáticos de largo alcance, de unos espectadores que no iban a olvidar, casi seguro, todo lo que debería llevarse en mente de manera ordenada y rigurosa con idénticos criterios de “rigor” y de “orden” que los que aplicaran los espectadores primigenios en sus respectivos momentos y correspondientes días que, a ser posible y en el caso improbable de que no se presentara fuerza mayor o de más elevado estatus, serían (o de lo contrario surgirían problemas y desajustes que nadie salvo los irresponsables y algún que otro díscolo o inadaptado deseaba) de veinticuatro horas, repasadas y sin flecos ni recortes que pudiesen afearlas. Etiqueta: El despertador de la señorita Susi Categoría: Telas de araña
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.