Sobre la obra
http://valentina-lujan.es/D/despu%E9s%20de%20andar.pdf
después de andar toda la noche en vela dando vueltas a qué alegar por esa manía tan tonta que tengo de que no me gusta mentir hasta que amaneciendo ya casi me di cuenta de que en realidad no era mentira porque que yo olvidase algo, con esta cabeza tan malísima que tengo, no tenía nada de increíble y, lo del banco — que lo mismo podía estar siendo del parque del Oeste o de la Castellana, porque recuerdo que aquella semana me había dicho que le tocaba correturnos, así que no sé con exactitud dónde lo encontraría — era punto cardinal arriba o abajo en esencia verdad. Así que me terminé durmiendo con la conciencia tranquila aunque eso sí a las tantas, y luego me levanté malhumorada por la falta de sueño y mi marido me dijo se puede saber qué te pasa, y yo le dije pues nada que querrás que me pase, y él dijo no sé pero te estás comiendo muchísimas comas como siempre que estás enfadada.
Y estuve tentada de decirle es que he dormido mal intentando inventar una mentira porque se habría alegrado el pobrecillo, tanto como me anima, de que lo hubiese conseguido aunque fuese con un poquillo de trampa; pero entendí que no le podía decir algo así ni aunque lo estuviese haciendo por él porque para qué entonces me había yo pasado la noche en vela discurriendo cómo hacerme con el libro que él se empeñaba siempre tan recto en depositar en objetos perdidos para que pudiera recuperarlo su dueño.
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.