Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/A/abiertoencanal.pdf
en canal dejando ver, sin pudor ni dolor, todas sus constelaciones al desnudo desangrándose en millares de millones de estrellas, enanas algunas, tan diminutas pero tan pesadas (otra vez algunas) y, otras, esquivas, huidizas, enormemente grandes y exhibiendo competitivas ellas, todas, infinita variedad de colores peleando, a brazo partido unas y a calzón quitado las más indecorosas, por ser la más brillante, la que se lleve de calle fascinado al más ardiente, enamoradizo o caprichoso, vanidoso, de todos los soles que rutilen por todos los universos que pensables o impensables den cobijo a quien sabe que tipo de mañanas tan, tal vez, distintas de esta nuestra protagonista tan osada o insensata como para aventurarse, así, sin equipaje y hasta a lo peor sin la ropa adecuada, en una inmensidad tan sin fronteras, tan sin vigilancia ni aduanas, que cómo saber ni a quién preguntar dónde queda el límite, la línea divisoria que separa el mundo de los sueños del de la vigilia en que se halla, ella, preguntándose ahora si no le habría resultado más confortable, más seguro, ser una noche cerrada a cal y a tanto canto (de sirenas, pensó, tan juguetona; pero se dijo no estamos para bromas y tú a lo que estamos) que, sin poderlo evitar (lo siento, dijo), no pudieran despertarla aunque se desgañitasen.
Y dormir, a pierna suelta y manos atadas a la espalda de un vivir que, sin soltarla ni poder desasirse de él, se le escapa por todos los poros del cuerpo de ese pensamiento del que mana, sin querer, sin pensarlo, sin haberlo elegido, a raudales tan locos que, piensa, parecen querer desintegrarla a base de llevarla y traerla, zarandearla, pasársela como una pelota de unos a otros (ellos, los hijos del grande del que nace), hasta que mareada y sin resuello se desmaye y, deshilachada, hecha girones, se desmalle.
Mañana jodía; cabrón vicio cansino que tienes de jugar con las palabras.
– ¿Y qué quieres que haga?
Dice.
Y que son sus amigas, las únicas que tiene.
Las que la entienden siempre.
–Aunque —dice — no sepa yo a veces comprender qué, ni por qué, a pesar de mí y de mis silencios dicen.
*
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.