Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/V/verdadesypalabras.pdf
Cuando las personas hablamos de ‟saber”, ‟conocer”, ‟buscar”, ‟descubrir”, ‟evolucionar” y de tantísimos otros conceptos, o sentimientos, o emociones, ¿cómo puede nadie saber qué cada una de esas palabras está significando para los demás?
‟Saber”, por ejemplo, ¿qué esperamos cada cual del ‟saber”? ¿Por qué o para qué lo buscamos? ¿Para qué lo utilizaremos? ¿Qué esperamos de él? ¿Qué esperamos de nosotros mismos cuando lo tengamos? ¿Utilidad? ¿Utilitarismo? ¿Beneficio propio? ¿Beneficio para los otros? ¿Para qué el propio? ¿Para qué el de los otros?
Si las personas pudiéramos – más allá de las palabras y los ‟trucos” a que las palabras se prestan – leer el pensamiento de los otros, en limpio, desnudo de intenciones, quizá nos quedaríamos sorprendidos (puede que hasta aterrados) de saber con qué encantadora inocencia nos espantan.
Las palabras – sean escritas o habladas – no ofrecen especial dificultad a la hora de utilizarlas. Sólo hay que elegir las que se adecuen al gusto o al disgusto del destinatario (según queramos agradar o molestar) y meterlas en una coctelera en la que añadiremos tonos de voz, modulaciones, gestos, inflexiones, pausas, signos de puntuación (si es por escrito) y algún que otro detallito al gusto. Se agita, y ya está…
Tanto se puede decir ‟te quiero” como ‟te odio”, y a la misma persona, y lo dicho resultará exactamente igual de convincente siempre que se hayan elegido y combinado bien los ingredientes.
¿Pero cuál es la verdad?
¿Cómo puede, ni uno mismo y de sí mismo, reconocer que no va de farol como en un juego de cartas?
Y quien cometa la imprudencia de decir ‟yo no voy de farol” estará gritando, sin palabras, pero a los cuatro vientos, o su ignorancia o su mendacidad.
Esa frase tan por todos conocida de que ‟el tao que puede ser expresado no es el verdadero tao”. Sólo hay que sustituir tao por:
Amor
Verdad
Sabiduría
Bondad
Conocimiento
…
… la retahíla puede ser todo lo larga a que alcance la imaginación.
Las palabras sólo sirven para hablar del tiempo y pedir un café en una barra de bar, largo de café, en vaso, muy caliente…
Y muy poquito más.
15 de febrero de 2017
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.