Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/Q/queciertamen.pdf
– Que ciertamente confunde a quien alcance a leerlo porque no parece lógico — dijo el inspector encargado de la investigación — que en textos por lo demás tan idénticos, e indicándose en uno y en otro que pertenecen al diario de una persona que en ambos casos es la misma, la que aquí lleva el nombre de Mercedes lleve allí el de Licinia.
Aunque siendo Chuchi la de Ampuero — dijo el director — la que anduvo por medio vaya nadie a saber quiénes y bajo qué nombres no la trajeron y llevaron a ella misma de aquí para allá hasta terminar por, quizás con intención de dar gusto a Zoila, que no quería de ninguna manera prescindir de su Cristina…
− Y, la del tercero, ¿no había problema con la del tercero?
− No, porque con la del tercero no había mayor compromiso, tan ajena como era al mundo nuestro y a nuestros egos que contar o no contar con su Tabina no desencadenaría sobre ninguno de nosotros la ira de ningún dios ni diosecillo ni musa ni musilla ni museja ni de…, pues en definitiva esas eran las más temibles, le advierto, y con las que de verdad había que andarse con cuidado, ninguna de las madres; así que, sencillamente suprimirla de un plumazo y que nunca más volviese a parecer hasta que con el tiempo se fuese difuminando en el recuerdo hasta olvidarla, por completo, ¿verdad? — dijo volviéndose a la señorita que, consternada, se limitó a asentir con un movimiento de cabeza — como si no hubiera existido jamás.
− Ya, pero es que — se resolvió a abrir la boca la señorita — suprimir a la del tercero implica llevarse por delante a Cora y a la Verdaguer, que, bueno, a Cora me puede importar menos y a la Verdaguer tampoco mucho porque desde la tirantez por lo de la milonga nos llevamos muy mal, pero…
− ¿Qué pero ni qué nada? Se la quita usted de en medio y tan contenta ¿No?
− Pues, no; no contenta porque figura en cantidad de los trabajos para la segunda evaluación de los de tercero B ¿Y que les digo yo ahora? ¿Eh? Que tanto como se han esforzado, pobrecitos, y tanto como han bordado las madres, todas las redacciones en las que puede leerse “la Verdaguer” no sirven y, hala, todos a la papelera…
Y que el inspector, con muy buen criterio — contó en el cuarto de profesores la señorita a la hora del recreo —, dijo y por qué no tiramos esta antes de que nadie pueda leerla y así nos salvamos todos.
− Pues fíjate que lástima que a mí — un cenizo, que siempre los hay — me habría gustado leerla.
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.