Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/S/aliciaseguia.pdf
Alicia seguía según su costumbre emperrada en sostener que lo ignoraba, pero que recordase la hermana “que todo esto se remonta a los tiempos de Críspula”, y que no se podía por tanto confiar enteramente en que los rumores que venían corriendo desde entonces acerca de aquel Estanislao “que Dios tenga en su Gloria” estuviesen teniendo un mínimo de fundamento por más que existiesen ciertos escritos de fecha bastante posterior atestiguando que vivía, sí, vivía pero fuera nadie a saber si, allí, tan lejos y con tantísima agua de por medio, no se habrían borrado las huellas de su verdadera identidad que, para complicar aún más las cosas, se sustentaba tan sólo en una insignificante velita, “una velita de cera de esas que se ponen en las tartas de cumpleaños, ¿sabes?” — le decía — una vela de cera “que un día se va la luz y la enciendes sin querer y desaparece; desaparece sin dejar ni rastro”.
La hermana, entonces, le replicaba con que Críspula, si es que a eso íbamos, “porque ya me contarás querida, cuánta importancia se le puede dar ahora mismo, que está todo por las nubes y tú tienes que saberlo por… ¿mero, dijiste; mero lo que le das a Demóstenes?”. Cuánta importancia en términos prácticos se le podía dar, en la actualidad, a una pieza de cobre que de haber tenido algún valor aunque nada más fuese para algún coleccionista extravagante y maniático habría permanecido guardada, a buen recaudo, en alguna caja fuerte “y no, Alicia, en una de galletas que un día vas y la tiras, porque tú de numismática y perdona no tienes más nociones que de astronomía o de ciencias ocultas, tan contenta a la basura”.
Y Alicia, cada vez más deprimida, se preguntaba si podría ella estar tan contenta algún día.
Papeles
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.