Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/alicia/ycuandoquise.pdf
y de que, cuando quise reconocer honestamente y asumiendo toda mi responsabilidad que todo había tenido lugar en mi imaginación y sólo en mi imaginación y en ninguna otra parte y sin la intervención de nada ni de nadie más, ya no podía echarme atrás porque estábamos ― dijo mi amigo ―frente a unos hechos consumados y ante una situación que no tenía ya vuelta atrás por más que todos los implicados se mostraran deseosos de colaborar y se ofreciesen, como sin duda se ofrecerían, a rectificar o desdecirse o hacer cualquier cosa — “lo que haga falta”, dirían, dijo, y que parecerían sinceros — que posibilitase el que “nuestras vidas” se reencauzasen y adquirieran una cierta apariencia de verosimilitud que les confiriese el halo de respetabilidad con que los “seres racionales”— “porque racionales sí somos, ¿verdad?, aunque no del todo razonables” — anhelan perdurar en la memoria de las generaciones venideras que escapaba a nuestra capacidad creativa el ignorar, me vi obligado a seguir adelante, como fuese, porque, me explicó también mi amigo, por mucha honestidad y responsabilidad que quisiera echarle yo a la cosa, lo de que todo había tenido lugar en mi imaginación y en ninguna otra parte no se podía sostener, en modo alguno, sin correr el riesgo, inasumible a las alturas en que se encontraba nuestra historia, de que la noticia cayese como un jarro de agua fría en los ánimos de todos los que resultarían damnificados al verse suprimidos de un plumazo y, sobre todo, dijo, “del que de ninguna manera puedes prescindir es de Ramírez” porque, me preguntó “¿sabrías tú sacar adelante todo este lío que nos traemos sin Ramírez?”.
Y que, aunque mediante alguna argucia que ya pensaríamos, pudiéramos salvarlo de la destrucción y mantener que él no, que él no había sido un personaje imaginario, dudaba él (mi amigo) mucho, de que un Ramírez afligido, destrozado por el dolor de haber perdido hijos, padres y esposa, pudiera seguir siendo tan ingenioso, tan imaginativo y tan resolutivo como lo diéramos a conocer a nuestros lectores aquel día en que Gutiérrez se nos marchó de vacaciones.
De modo que, atenazado por la angustia (desde luego), escribí, ahí, en ese renglón de más abajo, a mano derecha…
Continuará
...
Dijo él, también, que diría Sonia, y que me pareció ― a mí, de verdad, que eso no lo dijo él ―, o quise creer, que al pronunciarlo, que al decir ella “nuestras vidas” me estaba incluyendo; y eso...
...
Y emitió Sonia, al preguntar, una risita ...
...
O regresaré – si es que soy capaz de encontrar el camino de vuelta – a mi casa, con Indalecio, y una vez allí...
Versaciones
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.