Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/alicia/unaslatasde.pdf
que envió a comprar la señora de Ramírez (madre) a uno de los chiquillos a la tienda de la esquina, y la madre ― de los chicos, entiéndase, y por tanto señora de Ramírez hijo ― no hiciese su aparición en el hogar hasta bien avanzada ya la tarde sin acertar, por cierto, a ni medio hilvanar dubitativa y balbuciente una explicación a por qué a mí, un perfecto desconocido que ni le había sido presentado, me agarró enérgicamente la mano tan pronto hube cerrado el guion (ver más arriba) y me conminó a un puede llamarme Sonia al que me avine encantado porque, pensé, a la hora de hacer las modificaciones a las que me viese forzado dependiendo del desarrollo o el rumbo que tomasen los acontecimientos, sería más cómodo, antes de pasarlo a limpio y darlo al editor, sustituir Sonia por cualquier otro nombre con tan sólo ir a Inicio y a, en Edición, Reemplazar, y…
– Muy bien pensado — la camarera, recogiendo el servicio de la mesa de al lado —; que con un clic lo soluciona y, en cambio, aunque yo no entiendo de esas cosas, reemplazar señora de Ramírez hijo debe de ser bastante más engorroso.
Y mi amigo dice que tiene razón, que parece una persona lista y con un sentido deliciosamente práctico de la vida.
Pero eso a ella no se lo digo; que luego, si toma confianza, me achicharrará con indicaciones de y por qué no hace usted tales y cuales cambios aquí o allá.
Versaciones
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.