Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/trans/Problema.pdf
¿Con qué casilla habría que ilustrar ― preguntó la señorita Violeta a sus alumnos en el examen para la segunda evaluación de la asignatura de metafísica elemental comparada ― este archivo considerando que quien llega a él es Raúl Colmenero?
Pero esta vez no fue la Verdaguer, que fue la Prieto — tan siempre en apariencia muy ocupada en traer y en llevar idas y venidas de sus amigas a otras amigas no menos llevadas y traídas — la que saltó con “pero señorita, fíjese en el encabezado y verá que eso no es de nuestra asignatura”.
Y que, aun en el supuesto de que lo hubiera sido, se apreciaba en dicho distintivo — sacando de su carpeta, según hablaba, el folio que habría de probar que su argumentación era correcta y, alargándoselo, compruébelo usted misma — que no existía relación alguna, ningún vínculo entre ambos archivos y que, por tanto y aunque llevaran el mismo distintivo, habían forzosamente de pertenecer a jugadores distintos; y que no le cabía la menor duda de que el mote era una copia literal, aunque atusada y adornada, más bonita, sí, del de Jara Carvajal. Y que el tal Raúl (o quien a él lo suplantase, que ella no quería insultar a nadie) un cabrón con pintas y un chorizo.
− Tu razonamiento podría, en un principio, ser acertado y correcto; pero ¿Has considerado tú que de resultas de la operación pudiera él estar sufriendo de trastorno de personalidad disociativa?
Luego pestañeó, carraspeó; pidió que alguien abriera por favor la ventana, que hacía un calor tremendo y, para sí y celebrando el toque de campana, anda que va listo don Miguel cuando me quiera volver a colocar una suplencia tan complicada.
Y que ella, con sus bes y sus uves, y con sus acentos y comas de más o de menos, tenía más que suficiente para tirar del par de meses que faltaban para su jubilación sin sobresaltos.
Y, a mi casa, con Micifú, que, por cierto, recordó, tengo que cortarle las uñas.
Transgresiones
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.