Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/P/palabras.pdf
La señorita Acracia las detestaba. Decía que todo lo lían y todo lo embrollan y que son, en definitiva y conclusión, unas biliosas; unas amargadas enredadoras que con sus una que si aquí me alargo, otra que si allí me elevo, aquella que si me quedo en suspenso, la de más allá saturada de ironía y aquella otra con cara de mosca muerta haciéndose la tonta con su tono inocente, eran todas muy falsas y muy engañosas y que no debiéramos las personas de bien tratarnos ni con ellas ni con sus sílabas ni con sus acentos ni con sus mayúsculas ni con sus diéresis ni con su nada.
Que lo decía, con poquísima delicadeza, sin cortarse ni un pelo delante de ellas mismas, que allí, con sus vestiditos y sus pamelitas con puntillas, aguantaban en fila y orden alfabético el chaparrón lo mejor que podían haciendo, las infelices, verdaderos esfuerzos para no venirse abajo y deshacerse en lágrimas aduciendo — entre moquear y muchos hipos que no servían más que para irritarla aun más hasta el punto de sacarla de sus casillas y gritar ‟ ¿pero os dais cuenta de cómo no callan?” — que ellas no eran responsables de su ser y sólo víctimas desdichadas de ‟nuestro propio karma” que habrían de soportar, se lamentaban, mientras el mundo fuera mundo.
Al final tenía que venir el director y hacerla entrar en razón ‟porque, Acracia, entiéndalo, necesitamos aun con todos sus defectos las palabras”; y a regañadientes la señorita terminaba por ceder y, ‟bueno, que se queden” pero, que por favor, no quería una sola insubordinación entre las esdrújulas, ni ninguna pálida entre las llanas ni que, entre las agudas, se le colase de rondón o de perfil ninguna flaca.
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Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.