Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/L/loshombresylas.pdf
Los hombres y las mujeres, los niños y los ancianos, los que hablan lenguas dispares o la de la madre patria, todos claman a sus dioses, a sus hijos y a sus padres, a los que los desgobiernan y a los que quieren cerrarles caminos por los que encuentren la senda por la que hallen las verdades que conmueven al mundo y sus habitantes reclamando a grandes voces o a pequeñas andanadas que los dejen, por favor, de monsergas y mandangas y les permitan tan sólo vivir cual les dé la gana de pensar y de expresarse y de razonar la parva conclusión a la que arriban los que creyéndose casta de elegidos y de insignes adalides de la nada los arrastran por el lodo y les niegan la muy ansiada libertad en que se escudan para desterrar, cansada, la ilusión por desasirse de tanta tontuna insana como los tiene sumidos en ignorancia tan rala que les impide la vista, cual la del bosque las ramas, de un otro lado más grande, más limpio y más despejado de personajes nefastos que arruinan lo que se dice entender por democracia.
20 de marzo de 2011
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Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.