Sobre la obra
https://valentina-lujan.es/Z/nologrecolocar.pdf
y mira que lo intenté, porque lo intenté pero lo más ex-tenso que alcancé a elaborar fue el Parque del Retiro, con su monumento a Alfonso XII y sus arriates y sus echado-ras de cartas y sus títeres y sus dibujantes de caricatu-ras y sus… esos jóvenes, ya sabes, que permanecen in-móviles como estatuas para ganarse unas monedas; que está bien, porque el Retiro tiene su encanto, quién lo duda, pero a mí no me servía, tan concurrido, para que tú, Proserpina, mordisquearas manzanas balanceándote a la vista de todo el mundo y sin más atavío que tus tres hojas de parra, tan ricamente, en todo el centro del es-tanque, recostada en una barca o llevando, por entre la gente y tus tacones, al cocker Sánchez con su correa que, en el Edén, lo comprende cualquiera, habría dado un espectáculo del todo anacrónico y resultado, tú, no poco chocante abriendo el bolso y dejando caer unas monedas impensables en el platillo del joven estatua o, sentada, cruzada de piernas tan campante, tomándote un granizado de limón o una cerveza con patatas fritas en una terraza sin consciencia y por lo tanto sin pudor alguno de una desnudez que no hubiera existido jamás si no hubieras cometido la imprudencia de… — porque fue una imprudencia, reconócelo — Pero ya qué importa, qué puede importar ya cuando todo el mundo está tan conforme, tan satisfecho de su corporeidad.
No. Quiero rectificar. Satisfecho no está, no está satisfecho porque todos, sobre todo las de tu raza, las mujeres, siempre tienen algún pero y algún ¡ay! quejándose de pues de aquí me falta pues de aquí me sobra y yo quisiera ser más alta o más rubia o más… Pero nunca más algo que…¿cómo podría yo hacerte comprender ese algo que no acierto a expresar y que, por lo visto — no visto, en realidad, mas que por algunos cuantos elegidos —, sólo es perceptible fuera o más allá de…
Y que lo fue, tal vez, antes de… Y que hubiera podido seguir siendo eternamente si no hubieses tú tenido aquel capricho tonto, aquel arranque de quiero saber y, sin ni pensarlo, sin reflexionar, te liaste la manta a la cabeza y…
Pero digo tonterías, lo sé, porque qué manta ni qué cabeza si antes, el instante anterior, cuando todavía estabas a tiempo, no tenías cabeza, ni frio ni calor ni…
Nosotros, en cambio, aquí y ahora o por lo menos en el aquí y en el ahora en que yo estoy — que habría mucho que hablar y que de aquis y ahoras porque, y puede que gracias a la que nos liaste con tu ocurrencia, hay gente que estudia mucho y sabe que cada aquí y cada ahora es distinto para cada observador que puede ser no el humano como yo que mira con el ojo y ve sino algo que se llama fotón, por ejemplo; y otras cosejas que tienen nombres tan extraños como protón, electrón, neutrón y, si no fuera porque no quiero marearte, te nombraría otros más raros aún que se llaman muones, gluones y qué sé yo cuantas más que no me sé y, pues, bueno, todos esos tienen también, desde su punto de vista y sus criterios dependientes de a qué velocidad se mueven, sus propias opiniones al respecto — estamos pasando bastante frio, aunque con la calefacción yo por ejemplo y por lo menos no; pero por la noche sí que viene bien la manta.
Y ahora te dejo, que tengo que sacar al perro, poner la lavadora, pasar la aspiradora, bajar la basura, hacer un cocido, fregar la olla exprés, y, si me da tiempo y espacio, después de solucionar ciertos problemas que me traen a mal traer, ir a comprar café y un poco de… una cosa que se toma de postre, después de comer, pero no quiero ni nombrarla tú sabrás, amada mía, comprender por qué.
Sobre el creador
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.