About the work
https://valentina-lujan.es/versaciones/ellasevolvia.pdf
Que describió como de montaña, o, bueno, casi mejor de valle porque las montañas estaban alrededor; un pequeño pueblo de valle — que me dio un poco de rabia, porque un pequeño pueblo suele quedar más literario de montaña, pero no me pareció ético sacrificar la realidad en beneficio de mi prosa —; pequeño pueblo de valle flanqueado por altas montañas milenarias por el que discurría un riachuelo, no muy caudaloso pero con sus pececillos y todo, que hasta alguna trucha creo que dijo, que regaba la verde campiña en la que pacían vacas y corderos y, al atardecer, los rayos oblicuos del sol poniente se reflejaban en las cristalinas aguas arrancándoles destellos cristalinos e irisados de rosas y anaranjados tonos malva…
− Vamos a ver — mi amigo — si puede ser que nos centremos un poquito, que ana…
− Ánades — me apresuro a rectificar —; ánades con sus plumaje azulado, y patas anaranjadas, que es, por lo que te decía…
− Vale, patas y plumaje y cabeza verde y pico amarillo tan comunes, como todos sabemos, en los ánades… Pero, ¿cantan?, ¿vuelan?, ¿se posan en la ramas de los árboles alegrando la verde campiña con sus trinos?... alegres también, imagino…
− Bueno, yo es que de zoología no entiendo mucho…
− Yo tampoco — él —, pero así un poco a bulto me parecen, no sé, un poco grandes, y aunque cantaran o cantasen, como que no me los veo yo en la rama de ningún árbol…
Y que mejor hubiera sido dejar que los anaranjados siguieran siendo violeta y, en las ramas, pues por ejemplo gorriones.
Me muestro de acuerdo y me dispongo a continuar con la descripción del bucólico paraje, pero él me sujeta la mano y dice es suficiente.
Suficiente porque, dice, para hacernos una idea de cuán pintoresco es el pueblo le parece que tenemos bastante; pero que, remontándonos a las primeras líneas de tu relato — que suele decir nuestro, pero esta vez, no sé por qué, se queda al margen — te sugeriría que, tal y como están las cosas (que puedo, si quiero, escribir el panorama) cambiases un pequeño pueblo por, simple y llanamente, un pueblo pequeño.
Que, sí, puede que tenga razón y que lo cambie, antes de pasarlo a limpio; pero con el panorama y las cosas no sé qué hacer.
Y, él, que pero eso ya lo puedo yo pensar tranquilamente en casa.
Y, cuando ya estamos de pie para marcharnos, que si estoy seguro de que la chica dijo atardecer y sol en vez de ocaso y astro rey, que ya metidos en harina podría, por qué no, ser Helio y a lo mejor hasta con ese o Megisto.
No sé qué hacer.
Versaciones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.