About the work
http://valentina-lujan.es/B/aunquelopasapor.pdf
aunque él lo pasa por alto ya porque no se da cuenta o porque entiende que — ahora que parece que voy tan encarrilado, que hasta mi madre (que la oí por teléfono el otro día que hablaba con una de mis primas, hija de su hermano, mi tío Augusto, que es crítico de arte) empieza ya a comentar con la familia “pues el chico es escritor y está con un bestseler gordísimo que seguro que tiene mucho éxito porque creo que lleva muchos crímenes y mucho amor y mucho lujo”, y que me preocupa, por cierto, porque se va a llevar un berrinche cuando sepa que no es de eso, y yo un disgusto cuando amenace, según su costumbre, con que nota que está a punto de darle un infarto por mi culpa y que qué le va a decir ahora a su familia y que la voy a dejar en ridículo; pero no quiero, para no perderme, pararme a pensar ahora en eso — no merece la pena interrumpirme por una o dos comas de más o de menos que se pueden poner luego, en el último repaso antes de darlo a la imprenta.
Versaciones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.