About the work
https://valentina-lujan.es/doc/Y%20en%20el%20cuello.pdf
que, por hacerse el gracioso, hubo uno una vez — contaban que Clodoaldo Quijares, el hijo del jefe de estación — que se obstinaba en equivocarse (o simularlo, porque lo soltaba con mucha seriedad, pero era del dominio público que era muy trasto) y decir “en el culo”; y como a tanta gente le divierte todo ese tipo de alusiones a las zonas pudendas se organizaba mucho jolgorio que hacía enfadar a la señorita Nimia aunque la verdad era, según contaban también, que se le pasaba en seguida porque decía que “bueno, hay que reconocer que es saludable alguna risa de vez en cuando para relajarse un poco”, porque a veces se creaba mucha tensión y, sobre todo, cuando la tía de Honorina (la huérfana) — que tenía que ser seca, sí, como siempre y según su carácter difícil, pero en el fondo y sin renunciar a sus modales algo rudos, bondadosa — se encontraba con que por alguna razón imprevista que no había habido tiempo de notificarle “para que por lo menos me mentalizase, so idiotas” se encontraba de manos a boca con la mediana de las de Barbadillo “que sabéis y de sobra que me cae muy gorda”. Porque Vilja había recibido una educación muy esmerada y era bastante simpática, pero las Barbadillo en general y la mediana en particular, no eran, decía ella, “santas de su devoción” y perdía los nervios cuando tenía que habérselas con ella y con aquel su temperamento (el de la huérfana) que tanto la crispaba.
Papeles
Selección Clodoaldo Quijares
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.