About the work
http://valentina-lujan.es/doc/Este%20final.pdf Este final, que según chismorreó Cora Recuero a sus amigas más cercanas le pudo costar a Begoña una muy buena reprimenda por parte de la señorita Gloria ― que lo habría calificado de vulgar y, a ella, sabiendo cómo era de remilgada la señorita Gloria y que detestaba cualquier tipo de expresión que indujese aún muy de refilón a interpretaciones equívocas, de niña pindonga y descarada ― mereció, empero, gracias a la venturosa coincidencia de que ella, Gloria, se vio aquejada de uno de los cólicos nefríticos que frecuentemente la mantenían en cama y alejada por tanto de su labor docente, calurosos elogios por parte de la señorita Corcuera que, resentida porque sólo se la requería de mala gana y exclusivamente para hacer suplencias, encaraba su condición de segundona con la mejor de sus sonrisas y celebrando todo cuanto toda “señorita como Dios manda” denostara; pero las maledicencias de la Recuero gozaron siempre, aun entre sus amigas más cercanas, de tan escasa credibilidad que, ellas, las “amigas”, prestaron oídos sordos a semejante bulo y difundieron, por el contrario, una versión de los hechos muy distinta consistente en que ― como la señorita Corcuera estaba ciertamente harta de hacer relevos y muy deseosa de adquirir una plaza en propiedad para poder, como cualquier otra titular, tumbarse como si dejáramos a la Bartola ― rogó encarecidamente a la interesada que cambiase de menú “porque entiéndelo, Begoña; no tengo gana de líos”; pero Begoña, bien porque no estuviera por la labor de quebrarse los cascos o mal porque fuese una cocinera pésima, parece ser que se negó y que la otra, la Recuero, rencorosa y resentida, dijo “vale” ― cuando se enteró, como en comunidades tan pequeñas como la nuestra todo se sabe ― pero que a ella, “sin mirar a nadie” (menos a la hermana pequeña de las Salcedo que había faltado porque tenía anginas), “alguien me las pagará”. Y que (pero por lo bajo) “hatajo de cabronas” aunque Encarnación se hizo como la que no la oyó; haciéndose la loca así como que “bueno, a mí qué me importa” como ― porque a base de suplencias le había pillado el tranquillo al tema y estaba puestísima ― sabía muy bien (o todo lo bien por lo menos suficiente para no suspender) que Georgina, tan engreída y segura de sí misma, no tenía ni por asomos la bonísima cabeza de Genoveva; sin equivocarse nunca de qué tocaba cuándo dónde y a quién. Etiqueta: Papeles Categoría: Telas
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.