About the work
https://valentina-lujan.es/C/confidencia.pdf Le preguntó al azul por la mentira y el hierro respondió de la impaciencia; y, cuando quiso trepar a la cordura, el rayo guiñó el ojo al despilfarro de tanta incrustación cuanta disuelve en el tañer de renuncias el fragante acurrucar de las piedras a sus duendes. Pero no escuchó, de tan acalorado que brillaba, el anteayer soltando de su alcurnia rizos de albor dentado de canículas que, al pronunciar de súbito la farsa del danzar estrangulado por la púdica distracción de un “nada” para nunca desterrado, fueron a dar, herméticos y a tientas, de sí la voz y de los “aquellos” la denuncia de a qué doblar a puertas cerraduras que rasgará, no bien se desnude de su olvido, el paladar indolente de un gris plano de quien cedió la vez al descarado azar que rompió el sino sin reparo para, después y sin haber incumplido qué promesa, echarse a reír viendo perder al tiempo la insolencia en que creció creyéndose eminencia. 7 de marzo de 2015 Etiqueta: Entelequios Categoría: Prosa
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.