About the work
http://valentina-lujan.es/A/aimagenysem.pdf ¿Y si cada animal tiene su propio Dios que le dijo tú eres el rey de la creación? ¿Su propia “biblia” en la que lo “leyó”? ¿Su propia manera de “imaginar” que los humanos no podemos imaginar, del mismo modo que los humanos imaginamos que él no puede imaginar? ¿Su propio espacio-tiempo diferente del espacio-tiempo humano, aunque con nuestros ojos lo veamos y podamos decir “mira, está ahí”? ¿y si cada especie animal es un paso obligado, y previo, hacia la especie inmediatamente superior? ¿Pero superior en qué? ¿Superior cómo? ¿Qué implica para cada especie, incluida la humana, esa supuesta superioridad? ¿En qué se manifiesta? ¿En Inteligencia? ¿Inteligencia para qué? ¿Para entender su mundo de forma parecida a como los humanos entendemos el mundo nuestro? ¿Para poder empatizar con los demás individuos de su especie? ¿Y si en su mundo y en su escala el mosquito “inteligente” es más inteligente que el humano inteligente en el mundo y en la escala humana? ¿Cómo puede nadie “saber” – aunque sepa mucho más – lo que sabe un mosquito? ¿Y si el mosquito “creyente”– creyente a su manera, claro – piensa (también a su manera, por supuesto) que está hecho a imagen y semejanza de su Dios? ¿Y si cada día, después de levantarse y mientras desayuna, le da vueltas en su sesera de mosquito a preguntas tales como si estará viviendo, haciendo las cosas, (en general y en la medida que a cada especie le sea propia) – de manera adecuada para favorecer su evolución? Y toda su disquisición fumándose – en su equivalente a “fumar” – su equivalente a “cigarrillo” entre su equivalente a “sorbo y sorbo” de su equivalente a “de café”. No sé; pero a mí me da la sensación de que son cosas que no está del todo fuera de lugar el pensarlas. Pero con mis dudas, desde luego; mientras que el mosquito, a lo mejor, eso lo tiene superado y sabe, con absoluta certeza, si está fuera de lugar o no. 16 de febrero de 2020 Etiqueta: Entelequios Categoría: Narrativa
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.