About the work
https://valentina-lujan.es/m/miradasqueseper.pdf Miradas que se perdieron y se encuentran — vagando ahora sin rumbo por veredas que cunden sin saberlo a la deriva de cuentos relatados por las viejas, oscuras, apagadas sensaciones olvidadas de nunca haber vivido algo distinto, algo que no dejó indeleble huella y ronda en desconcierto, o en sordina, buscando en qué asentar cierta muy huidiza caricia de un antaño terso y suave que roce con sus dedos todo aire el fondo de recuerdos implacables y arranque las raíces enredadas, nudosas y resecas y malsanas de antiguos aconteceres que arramblaron, sin ruido, y sin queja, y sin pecado del que supo, taimada, zafarse la inocencia — con tantas ilusiones al fin vanas. Y se cruzan y no se reconocen e intercambian, en cortés pero helado regocijo, despojos de entendimiento entre sonrisas que dibujan apenas en la nada la mueca ya sin brillo que musita — en su ahora ya no importa qué lenguaje —“no vale ya la pena el demorarse”. Y sigue cada cual por su camino. * Etiqueta: Soliloquios Categoría: Poesía
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.