About the work
http://valentina-lujan.es/alicia/considcualpud.pdf la actitud de mi amigo (su reacción, quiero en realidad decir y lo que, también en realidad, era lo que verdaderamente me importaba) y, por extensión o de rechazo, la de la mendiga del agua o las de la psicoterapeuta y de su novio polaco o, infinitamente más difíciles de solucionar , las de los niños, tan rebeldes como suelen ser los niños, o las de Manolita o Indalecio o, más complicado si cabe, la de mi tía, que se pondría hecha un verdadero basilisco en cuanto se enterase de que , sintiéndolo mucho, su capitán no entraba en nuestro… digamos “proyecto”. – Decidlo como queráis — mi madre, corrosiva y mordaz —, pero ya me contarás que vais a hacer entonces con los volovanes. – Me los llevaré — contesté — y nos los comeremos celebrando la jubilación de Robles. – ¿Y ese quién es? – Un compañero del ministerio. – ¿Qué ministerio? A lo mejor ya lo he dicho y ser reiterativo va a ser poco literario; pero necesito desfogarme… ¡¡¡Me saca de quicio!!! Y, Lola, que estaba dando baldosinín — me dijo — a los azulejos del baño y vino asustada, que por qué gritaba de ese modo. – Por nada, Lola, no se preocupe; es que estoy en pleno proceso creativo y me apasiono mucho. – ya veo — dijo. Y, alejándose pasillo adelante, que ya le daría detalles o, mejor, lo imprimiese y lo dejara donde siempre, que ya lo leería ella cuando acabase con lo que tenía entre manos. – Donde siempre — respondí, levantando la voz — es muy aburrido, ya lo sabe. – Y usted debería saber — levantándola ella más, porque pasaba una ambulancia — que he querido decir en cualquier parte. Pero que si era en el cajón de la mesa escritorio me acordara de no esconder la llave que “luego — dijo — me vuelvo loca y pierdo además mucho tiempo”. Y la ambulancia dejó de sonar, y volví a quedarme solo con mis pensamientos. Etiqueta: Versacionesdeunchup Categoría: Telas de araña
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.