About the work
http://valentina-lujan.es/alicia/loqueverdader.pdf y con independencia de cómo afectara a su ánimo siempre y cuando fuera de una forma que yo pudiera describir por sus manifestaciones externas como puedan ser el enfado o la consternación, que con un puñetazo en la mesa o una interjección se solucionan sin mayor problema o, para un temperamento más contenido — que en el caso de mi amigo estaba por decidir porque no tenía quién me asesorase ni tiempo de buscarlo ni remota idea de dónde dar con alguien, un psicólogo, tal vez, versado en personalidades (o personajes o incluso nada más personajillos pero algo que sin que resultara imprescindible que así al pronto tuviese que estar muy definido me allanara un poquito el terreno), y no quería yo, así, a lo tonto y a lo loco, tanto como iba a deberle por haber tenido la deferencia de elegirme para ser su alter ego, endilgarle rasgos o peculiaridades que vinieran a ser los de un psicópata o paranoico o esquizofrénico con el que no fuera posible entrar en razón ni congeniar —, con un quedarse pensativo y la punta de la nariz, o la barbilla o una ceja, apoyada en el índice de la mano derecha o, si fuera zurdo, que a ver si la próxima vez que me lo encuentre da la casualidad de que piensa y me acuerdo de fijarme y apuntarlo, de la izquierda. Etiqueta: Versacionesdeunchup Categoría: Telas de araña
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.