About the work
http://valentina-lujan.es/V/versiocho.pdf
La Respuesta
No parece, en un principio, que pueda resultar problemática…
¿Cuántas veces lo hemos dicho?
¿Cuántas que no tiene uno, o una, o un hatajo, o una multitud por aquello de no ningunear a género alguno de especímenes etcétera?
¿Cuántas que no hay mas que llegar y decir que somos Fulanito o Perenganita e hijos o hijas de tal y de cuál?
¿Cuántas que nos hemos equivocado pero que en un alarde de esto y de lo otro?
¿Cuántas que no volveremos a repetir obviedades?
¿Cuántas que hemos perdido el hilo buscando un destornillador o sacacorchos o abrelatas o biela para cigüeñal de motor de combustión?
¿Cuántas que perder el hilo sería grave?
¿Cuántas que dejamos a la memoria hacer lo que le diese la real gana?
¿Cuántas que la Fuenfría o Roncero menos corpulenta era, asimismo, infinitamente más paciente que la más corpulenta?
¿Cuántas, en conclusión ― y ésta es la última ―, que algunas tardes, sin que hubiese habido el menor indicio de que las cosas fuesen a torcerse, los planes se desbarataban?
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¿A quién, solicitando detalles a veces peregrinos de tal o cual minucia que a ella se le pasase por su cabeza de cabellos canosos y sin brillo peinados en un pequeño moño en todo lo alto de la coronilla, gustaba mortificar a sus educandas?
...
Pero usted ya sabrá responder a todo esto si, como es de suponer dando por hecho que es usted un estudiante aplicado, ha leído ya esta versión de los hechos acaecidos.
Y es que las de la señorita Berta copiaban como leonas. Pero no por cierto y en honor a la verdad Cora. Cora tenía otros defectos, pero era muy lista, y no necesitó nunca copiar a nadie.
Pero Berta le tenía manía, se murmuraba (habladurías) que porque el padre de Cora había sido novio suyo y la otra (la que fuese luego la madre de Cora) se lo quitó no se sabe (hubo opiniones encontradas) si con buenas o con malas artes.
¿Pero qué culpa tendría la pobre Cora?
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.