About the work
http://valentina-lujan.es/trans/Yesonadiensusano.pdf
lo quería si bien, y cuando ya habíamos conseguido que las piezas del armarito para el oratorio de la abuela donde quería ella guardar las hostias sin consagrar que nunca faltaban en aquella casa porque ella misma las mandaba encargar en la confitería antes de que se acabara la remesa anterior y a don Sisenio, a la hora de misa, nunca le faltasen encajaran sin que sobrasen tablas ni faltaran tornillos ni protestas porque siempre había alguien que se ponía a opinar justo en el sitio que ya tenía algún otro reservado para ponerse a repasar la tabla periódica de los elementos que sabía muy bien, aun sin tener que repasarlo, que le iba a caer en todo el centro del sistema solar que había dibujado con tinta china y lápices de colores con mucho cuidado una mancha de salsa de tomate si lo dejaba encima de la mesa de la cocina nos dimos cuenta de que, queriendo o sin querer, habíamos de resignarnos a que nuestros destinos estaban trazados siempre por mano de extraños que ni nos conocían ni tenían una idea muy remota de qué tal pudieran acomodarse nuestros temperamentos a designios tan arbitrariamente concebidos por quienes, a su vez, habían encontrado diseñados los suyos por unos otros que, supiéranlo o lo ignorasen, tampoco eran entidades autónomas ni adornadas de un albedrío más libre que el tiempo de los domingos por la tarde que, contra lo que cupiera esperar y se esperaba aunque fuera sólo por pura costumbre, no es ya que no lo fuese sino que ni siquiera lo estaba, aperreado siempre y con la lengua fuera porque había de ocuparse en tener todo a punto para cuando, tan pronto amaneciera el lunes, arrancase la siguiente semana y, con ella de la mano o en cochecito de bebé si era demasiado pequeña y daba pena despertarla los nuevos designios de un Altísimo al que nos costaría trabajo acostumbrarnos si el marrón le caía, que pobrecillo de tener que sacar adelante un cometido de tantísima envergadura, al gordito, el del taller de coches, que daba bastante menos la talla en estatura pero, como decía el profesor de geometría, las gallinas que salen por las que entran y que, como lo que faltaba de alto lo sobraba de ancho, el resultado en metros cúbicos vendría a ser, si se desestimaban los decimales, más o menos el mismo o casi igual y sin importar ni poco ni mucho para el problema de pura lógica que debíamos resolver que don Sisenio dibujase bastante mal porque, si bien para los conceptos metafísicos tenía muy buena cabeza, con la configuración espacial de los objetos tenía dificultades y los paralelepípedos, lo mismo que los conos y las esferas y los tetraedros, solían salirle bastante irreconocibles.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.