About the work
https://valentina-lujan.es/E/aquedesdel.pdf
a que, desde la casilla 7 con don Gabriel, una pobre mujer que no había tenido más inteligencia ni imaginación que la de cambiar el caballo blanco de la señorita de Adoración López por un lapicero diera tan limpiamente y sin solución de continuidad un salto hasta la 18 (véase don Apuleyo), así, sin más ni más y sin mediar una baza que la hubiese situado (lo que estaría siendo una explicación admisible) con un 2 — era lo primero que se le ocurría — en el número 9 o segunda oca y, desde ahí y de acuerdo con las normas, al catorce, que con la suerte de cara (que estaría marcando un auténtico hito en la vida de la pobre mujer que sólo la había conocido de espaldas, o, dicho en términos más coloquiales “siempre que la había encontrado fue de culo”, el encuentro, claro, y de rechazo ella) y un 4 la habría podido muy bien catapultar a la tercera… Pero…
Pero para eso hacía falta una baza de la que la Verdaguer no encontraba rastro por ninguna
parte.
¿Cómo podía justificarse eso si nadie estuviera haciendo trampa?
– ¿Pero trampa para qué? — le preguntaba su inseparable amiga (cómplice más bien, en realidad, ya que la secundaba en todo cuanto fuera sacar de quicio a las señoritas, pero no daría la cara por ella, y en su fuero interno lo sabía, ante una situación en verdad comprometida) Cora —, ¿para qué trampa ni por qué cuando una baza tan buenísima nadie, ni el más tonto ni la más pazguata de los participantes, rechazaría?
Y la Verdaguer, tan sensata y tan fiable para todo lo que fueran cálculos, no sabía.
No sabía y antes de tirar la toalla intentaba hallar una solución que…
– Cora, vamos a intentar mirarlo de otro modo.
Ideaba entonces que lo que salía a la jugadora en ese 7 era un 5 que la llevaba en volandas al 12; de ahí retrocedía en buena lógica al primer puente y, de ahí, llevada por la corriente y de la mano de un 3, se colocaba, lo mismo que en el supuesto anterior, igualmente en el nueve y, desde ahí…
– ¿Y qué has ganado con ese nuevo planteamiento? — Le refutaba Cora —; llegarías al mismo sitio, pero te sigue faltando la jugada…
– ¿No puede haber otra posibilidad?
– No — implacable Cora —, excepto una que no haría otra cosa que entorpecer aún más y que consistiría en que desde el primer puente volviera a salir un 6 de manera que la jugada se viera atrapada en un círculo vicioso o, en el mejor de los casos (porque pensar en un 3 y otra vez a la segunda oca ya era mucho confiar en el azar) exigiría, en el 7, o el 8, o el 10 o el 11, una nueva tirada que estaría requiriendo otra baza de otro… ¿No lo entiendes?
Y La Verdaguer se daba a su pesar por vencida.
Papeles
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.