A la muerte de Alejandro Magno en Babilonia, Ptolomeo engaña a los demás generales y roba el cadáver del macedonio. Se dirige a Egipto siguiendo las órdenes del malogrado rey, cuyo espíritu se niega a abandonar el mundo de los vivos. En el país del Nilo le espera a Ptolomeo un mundo deslumbrante de riquezas y conspiraciones: macedonios que le impedirán gobernar su reino y sacerdotes egipcios deseosos de recuperar la antigua gloria del país de los faraones. Pero también se encuentra con mujeres candidatas a convertirse en sus concubinas y otras que tan sólo piensan en sobrevivir. Egipcios, macedonios y judíos conviven en una tierra fértil y pronto trabajarán para él en su nueva corte de Menfis y en la ciudad de Alejandría. Pronto comenzará la guerra en un Imperio macedonio que se desmorona, pero el general Ptolomeo no se dejará arrebatar fácilmente su reino por los demás generales, tiene consigo la mejor baza: la tumba de Alejandro Magno, un rey muerto que cree ser un dios y ahora es su protector.