About the work
https://valentina-lujan.es/D/decontradiccionesyder.pdf
Así de contradictorias somos las personas.
O no es contradicción y quizás sí sólo una alternancia de sentimientos — ¿o quizás de emociones? — en la que tan pronto y en un momento dado y a la sombra de un determinado estado de ánimo sentimos añoranza de algo que, en su “ahora”, cuando estuvo ahí, no valoramos demasiado ni tuvimos presagio de que su “no estar” fuese a causarnos una sensación de desgarro en tanto que, en otro momento y quizás sin que entre éste y el anterior esté mediando un periodo de tiempo que justifique el cambio de percepción, aquello se recuerda como viejo y rancio.
Correríamos al cubo de la basura para recuperar el juguete que tiramos hace décadas, sin echar cuenta de que nos deshicimos de él voluntariamente y tan contentos.
O un par de zapatos o un vestido o…
Es un poco aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor”; que no recuerdo quién lo dijo.
Pero no son quizás (o seguro) las cosas sino la carga con que impregnan el recuerdo de qué entonces éramos o imaginábamos estar siendo.
Los cines Alphaville, por ejemplo, que cuando los volvieron a abrir como Golem y fui por primera vez añoré la cortinilla que tanto me irritaba que el último que entrase no volviera a cerrar bien.
Y voy poco, pero tal vez no menos de lo que iría aunque continuaran llamándose Alphaville.
Manipulamos los recuerdos. Sea para denostarlos o para ensalzarlos los manipulamos.
¿O es que los recuerdos nos manipulan?
O, que también puede ser, el que piensa estar añorando o denostando no es el mismo (ni lo fue nunca) que vivió sin imaginar que alguna vez imaginaría estar recordando.
17 de diciembre de 2014
Sin etiquetar
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.