About the work
https://valentina-lujan.es/E/eltactodulzon.pdf
El tacto dulzón de las olas rompiendo filas a reír helado de hienas contra vientos mareadas y vacías para volver, de inmediato, a la guarida y esperar que cunda — crecido como la espuma — el tiempo por llegar acompañado de todo su séquito y, a los lados, jalonando el camino alfombrado de voces enmudecidas que dejaron de escucharse para dejar oír no en su lugar perdido sino en tierra de nadie que no se desvivirá por entenderlas ni traducirlas a otras lenguas ora de fuego (como las bíblicas) ora muertas de frío o aburrimiento, descalzos y en harapos los escasos astutos que sobrevivieron; se desliza, sin demorar su azul en verdes esperanzados ni grises mugrientos, parsimonioso y luciendo, en su frente tan alta, el brillo oleaginoso de una unción rala y rayana con la más baja de las líneas que separan (ya por la fuerza ya con buenas razones) nunca ni para siempre aquí el bien allá el mal.
11 de abril de 2012
Soliloquios
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.