UN FANTASMA ENCADENADO

Las puertas y las ventanas

selladas a cal y canto.

Y las persianas bajadas.

Y dentro se escucha un llanto.

Alguien está encerrado

en el castillo de arena.

Es un huérfano fantasma

que está llorando sus penas.

El ruido de las cadenas

rompe la monotonía

de la vida en la playa.

Y el castillo se movía.

Las olas lo derrumbaron

y se dejó al descubierto

el interior del castillo.

Y se creó un desconcierto.

La gente quedó pasmada

viendo salir un fantasma

con lágrimas en los ojos

y con cadenas de plata.

El fantasma no huyó

a los confines etéreos.

La cadena lo impedía

y seguía siendo un preso.

Se quedó quieto, callado,

llorando con desconsuelo,

agachando su cabeza.

Y alguien le dejó un pañuelo.

Él se secaba las lágrimas

y levantó la cabeza,

se sintió reconfortado

y dejó atrás la tristeza.

Las personas, compasivas,

le preguntaron porqué

se encontraba en ese estado…

Y de pronto desperté.

No pude acabar el sueño.

Nunca conocí el final,

ni el porqué de sus llantos,

ni porqué su soledad.

Entonces lo vi muy claro.

Ese fantasma era yo.

He vivido encadenado...

por culpa del desamor.

J. R. Félix de la Rosa

25 de septiembre de 2023