About the work
http://valentina-lujan.es/R/qtanatare.pdf
que, tan atareada como andaba siempre en cuidarse de sí misma y atender, antes que a nada en el mundo, a sus propios intereses y a sus horarios tan rígidos, llegaba siempre tarde y acelerada y, en cuantito se hacía la hora, ya las estaba piando por marcharse aunque nada más nos estuviesen quedando por hacer unos retoques que, ahora sobre la marcha y en caliente, decía la señorita Benilde, se incorporaban sin esfuerzo ninguno aun al más difícil de los caracteres.
Y el de Calpurnia lo era.
El carácter de Calpurnia era, y había que admitirlo y darlo por bueno aun con todas las salvedades que se le pudieran imputar ― sotto voce, por supuesto, siempre, y jamás en presencia de extraños por más que fueran íntimos de alguno de esos que los presentaban como como hermanos ―; uno de los más difíciles que hubiesen adornado nunca a miembro alguno de nuestra comunidad.
–Y yo lo admito ― comentaba la Prieto con sus amigas ―, y lo doy por bueno… ¡no lo he de dar!; pero tendréis que reconocer conmigo que, por parte de Genoveva, fue una osadía que muy bien le podía haber salido mal.
–Le podía, le podía… ― le replicaba una a la que llamábamos Mari, la del bajo ―: ¡Le podía pero le salió bordao!
–Bordao, sí; pero a medias.
–Eso parece un poquit…
–Parecerá ― la Prieto ― todo lo un poquito que tú quieras; ¿pero fue ― mirando con lentitud, a los ojos, a cada una de todas las demás ―, o no fue así?
–No, mujer, si sí ― la tía Sonsoles, que quiere que todo esté en su sitio y no suele gustarle ni quitar ni poner –: ¡Claro que lo fue! Pero lo que no iréis a negarme es que Genoveva es mucha Genoveva y te hace, si viene al caso, dos y hasta tres cosas a la vez…
– ¡Pues una temeridad, te estoy diciendo; insisto! ― la Prieto ―; porque una cosa tan complicadísima como es el carácter de Calpurnia, hay que hacerla sola, con los cinco sentidos y poniendo muchísimo cuidao.
Y podía estar en lo cierto o infravalorando a Genoveva, que fuera nadie a saber erigirse en juez cuando se estaba siendo parte, pero lo que nadie osaría discutirle era que, en verdad, la elaboración del carácter de Calpurnia tan cargado de contradicciones había corrido pareja con la confección de las cortinas del salón, a aguja de gancho con madreselvas entrelazadas.
Lo que quería decir ― resumía la señorita Licinia, utilizando las palabras justas para zanjar el tema antes de que sonara el timbre del bocadillo ―, para no andarse con rodeos, que elaboró uno y otras a ratos perdidos, tomando y dejando ora esta labor ora aquella tarea y alternándolas ambas, por añadidura, con sus múltiples obligaciones consistentes en cuidarse, a temporadas, de tener a todo el vecindario al corriente de en qué país vivíamos o, a ratos, de que no faltara, en tal o cual esquina, la entidad bancaria pertinente y acorde con los tiempos de enorme auge económico que estuviéramos presumiblemente conociendo ― o desolación, epidemias y hambruna cuando no pudiera evitarse una guerra ― ni sobrase, en mejilla alguna, arrebol como el que adornó tan en exceso las de la infortunada Clemencia.
Que era mucho decir, así de un tirón, y una de tantas de entre las muchas aseveraciones que tenían que llenar a todos de una cierta perplejidad de la que ― porque estaba escrito ― nada más podríamos salir cuando hubiéramos recabado información ante Proserpina acerca del fundamente de las tales.
Pero cuando acudiéramos, si no todos sí una comisión, a pedírsela, ella, Proserpina, se limitaría ― porque también estaba escrito aunque, en este caso, por Luzmila ― a encogerse de hombros o a responder, todo lo más, con un muy desahogado y yo qué sé.
Y que si o es que, argumentaría, disponéis, diría, de todos los parientes consanguíneos...
Transgresiones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.