About the work
http://valentina-lujan.es/alicia/mejorquedij.pdf
como por ejemplo que si quiero otro café, que es algo que suelen decir las camareras cuando a instancias del escritor que les da vida se muestran predispuestas a colaborar; que fue este un pensamiento que me desazonó ― le comenté a mi amigo, como todo lo relacionado con nuestro (o, bueno, “suyo”) trabajo se lo comentaba ― porque (le expliqué) me asaltó con él la duda de si no estaría yo, sin la menor intención y sin ni darme cuenta, valiéndome, sirviéndome de alguna otra camarera a la que hubiese dado vida cualquier otro escritor que yo, aunque no fuese capaz de recordar cuál ni en qué novela, estuviera utilizando ahora como arquetipo de la mía…
‒ ¿Arquetipo? ― Ataja de improviso mi amigo, sin darme tiempo a desarrollar mi reflexión.
Y que si es que, dice, estoy totalmente seguro de que mi camarera o, bueno, dice, la de ese otro escritor que a lo mejor tú hayas leído es la representación divina, cósmica, de la camarera perfecta.
‒Pues no sabría decirte con tanta precisión ―le contesto ―, que mucho no la conozco; pero sí me parece que bastante buena, porque he observado que lleva muy bien la bandeja, sin que le tiemble el pulso ni nada, aunque vaya llena, sin que se le caiga ni haya, casi seguro, roto jamás un plato…
‒ ¿Y la de ese otro escritor que a lo mejor dices tú que…
‒ Pero si es que ― le digo ― ya te digo que no me acuerdo.
‒ De todas maneras ― vuelve a atajar ―, y aunque no hubiese roto un plato, y que sería raro porque qué camarera a lo largo de toda una vida profesional no ha roto alguna vez un plato, no me estoy yo refiriendo a eso.
‒ ¿A qué, entonces? ― le pregunto.
Me responde entonces con que, antes de pasar a limpio eso de cómo qué estuviera utilizándola yo ahora, me empape bien de cuáles son las diferencias entre arquetipo, prototipo y estereotipo; porque a lo mejor lo que estoy queriendo decir es otra cosa.
Continuará (cuando me lo sepa)
Versaciones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.