About the work
https://valentina-lujan.es/Z/altercontitres.pdf
… no se convierta en un caballero, que quiero saber en todo momento con quién me estoy gastando los cuartos.
− En un caballero nunca podré convertirme. Salvo en el caso de que lo hiciera sin querer; que viene usted de decirme, y repáselo para comprobar que no le miento, que puedo deber o poder o entender, pero de querer ni pío.
Pues añádalo usted mismo ¿O tengo que dárselo todo bien masticadito? Además, lo que sí le he dicho es que estamos todavía en una primera toma de contacto, y que si lo nuestro prospera y llegamos a ir en serio etcétera, etcétera… ¡No me irá a decir que no se acuerda!
− Si usted no quiere, no.
¿Qué me lo va a decir o que no se acuerda? Pero, bueno, eso no me preocupa mucho. Me importa más eso, que no se me convierta usted en un caballero sin avisarme.
− Saldría usted ganando, le advierto. Que los caballeros… ¿Ha leído usted el Quijote?, trabajan de balde.
Ah. Por lo de los cuartos. Es una expresión antigua que se utilizaba, antes, al menos, cuando yo era niño, en el pueblo de la Mancha del que soy oriundo pero, mire usted lo que son las cosas, el Quijote no lo he leído; y es que ya se sabe que en casa del herrero cuchara de palo. Viene a ser, para que me entienda, lo mismo más o menos que lo que vale un peine…
− ¿La cuchara de palo?
No sabría decirle. Tengo un cajón lleno, aunque son salvando las distancias de acero inoxidable, así que hace siglos que no compro cubertería.
− De todas maneras lo que vale un peine debiera de corresponderme a mí, en buena lógica; que si lo traicionase y me convirtiera en caballero sin su permiso usted se enfadaría y adiós muy buenas.
O tendría que cargar con ganas o sin ellas con su caballerosidad. Sabe perfectamente que lo necesito; le ruego, por tanto, que no se aproveche de ello haciéndome…
(continúa)
Alter
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.